01 marzo 2013

La gran estafa alimentaria. La Monsanto de Bill Gates

AAPPEGAR
Corporaciones agroquímicas transnacionales bilderberianas como Monsanto, Bayer, Syngenta, Pioneer y Dow Agroscience, tratan de controlar la agricultura del mundo, y en particular al maíz, y a través de la promoción de variedades de semillas transgénicas, con la complicidad de las organizaciones dedicadas a velar por nuestra salud.

La Monsanto del bilderberg Bill Gates se lleva la palma y vamos a recopilar información al respeto. Los planes de Monsanto son monopolizar y convertir la producción agrícola y alimentaria mundial en un gran experimento genético, totalmente dependiente de sus semillas patentadas.

Económicamente, Monsanto sigue teniendo grandes éxitos, además, ha demandado a innumerables agricultores que han sido contaminados con su semilla por apropiarse de su patente.

Las cosechas transgénicas en todo el mundo contaminan a las naturales y encima demandan a sus dueños.
El 85 por ciento de los cultivos modificados genéticamente se concentra en tres países: Estados Unidos, Argentina y Canadá. Hasta el momento solo se cultivan comercialmente cuatro productos: algodón, maíz, soja y canola.


Monsanto se presenta a sí misma como una empresa visionaria, una corporación mundial que trabaja para aportar ciencia de vanguardia y una actitud ambientalmente responsable a la solución de los problemas más urgentes de la humanidad.

Pero…, ¿qué es en realidad Monsanto? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo llegó a ser el segundo productor mundial de agroquímicos y uno de los principales proveedores de semillas en el planeta? ¿Es Monsanto la compañía “limpia y verde” que proclaman sus anuncios, o solo es una tapadera que oculta la naturaleza criminal de la compañía?

Monsanto es la compañía que introdujo al mercado la primera generación de cultivos transgénicos, convirtiéndose en el líder mundial en la promoción de biotecnología en la agricultura.

Actualmente, es el mayor vendedor mundial de semillas transgénicas en Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. Sus cultivos representan más del 90 por ciento de todos los cultivos transgénicos del mundo.
Los cultivos resistentes a su herbicida “glifosato“, como la “soja RR” (Roundup Ready) y el “maíz RR“, sólo promueven la agricultura industrial de insumodependencia. Una mirada a su historia nos dará algunas claves reveladoras, y puede ayudarnos a entender mejor las prácticas actuales de la compañía.

Monsanto Chemical Company fue fundada en 1901 por un estadounidense y Caballero de Malta, John Francis Queeny, en la universidad jesuita de San Louis, Missouri, EEUU, el mismo año que J.P. Morgan, Caballero Papal de la Orden de los Santos Mauricio y Lázaro, nombró a John A. Farrel como su presidente.

Tres caballeros de Malta jesuitas, unidos casualmente por un Nuevo Orden Mundial. Queeny era un químico autodidacta que llevó la tecnología de la fabricación de la venenosa sacarina, el primer edulcorante artificial, de Alemania a Estados Unidos.

En los años 20, Monsanto se convirtió en uno de los principales fabricantes de ácido sulfúrico y de otros productos básicos de la industria química, y desde la década del 40 hasta nuestros días, es una de las cuatro únicas compañías que han estado siempre entre las 10 primeras empresas químicas de Estados Unidos.

En los años 40, el negocio de Monsanto giraba en torno a los plásticos y las fibras sintéticas. En 1947, un carguero francés que transportaba nitrato de amonio (utilizado como fertilizante) explotó en un muelle a unos 90 metros de la fábrica de plásticos de Monsanto en las afueras de Galveston, en Texas.

Más de 500 personas murieron en lo que llegó a ser considerado como uno de los más grandes desastres de la industria química.

La planta producía estireno y plásticos de poliestireno, que aún se usan para envases de alimentos y otros productos de consumo masivo.

En los años 80, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos (EPA), colocó al poliestireno en el quinto lugar de la clasificación de productos químicos cuya producción genera las mayores cantidades totales de residuos peligrosos.

En 1929, la Swann Chemical Company, adquirida poco después por Monsanto, desarrolló los bifenilos policlorados (PCBs por sus siglas en inglés), que fueron muy alabados por su estabilidad química y su ininflamabilidad.
Su uso más frecuente se dio en la industria de equipo
s eléctricos, que escogió a los PCBs como refrigerantes incombustibles de una nueva generación de transformadores.
En el transcurso de los años 60, los compuestos de la cada vez más numerosa familia de los PCBs de Monsanto fueron también usados como lubricantes, líquidos hidráulicos, aceites lubricantes de herramientas, revestimientos impermeables y selladores líquidos.

Las pruebas de los efectos tóxicos de los PCBs vienen de los años 30, cuando científicos suecos que estudiaban los efectos biológicos del DDT comenzaron a hallar concentraciones significativas de PCBs en la sangre, pelo y tejidos grasos de los animales silvestres.

La investigación durante los años 60 y 70 reveló que los PCBs y otros compuestos organoclorados aromáticos eran carcinógenos poderosos, y también los relacionaron con un amplio conjunto de trastornos reproductivos, de desarrollo y del sistema inmunológico.

La afinidad química de estos compuestos por las grasas es responsable de sus enormes tasas de acumulación y bioconcentración, así como de su expansión a través de la cadena alimenticia marina en el mundo.

Aunque la fabricación de PCBs se prohibió en Estados Unidos en 1976, sus efectos tóxicos y perturbadores del sistema endocrino persisten en todo el mundo.

La relación de Monsanto con la dioxina se remonta a la fabricación del herbicida 2, 4, 5-T, que comenzó a finales de la década de los 40.

Casi inmediatamente, los trabajadores comenzaron a enfermar, con erupciones en la piel, dolores inexplicables en las extremidades, articulaciones y otras partes del cuerpo, debilidad, irritabilidad, nerviosismo y pérdida del deseo sexual.

Documentos internos muestran que la compañía sabía que aquellas personas estaban realmente tan enfermas como decían, pero la empresa mantuvo todas las pruebas ocultas.

El contaminante responsable de las dolencias de los trabajadores no fue identificado como dioxina hasta 1957, pero antes de esa fecha, los especialistas en guerra química del ejército de los Estados Unidos se habían interesado por dicha sustancia como una posible arma química.

Monsanto envenenó Vietnam con el herbicida conocido como Agente Naranja, que fue usado por las fuerzas militares estadounidenses para defoliar los ecosistemas de selva tropical de Vietnam durante los años 60, era una mezcla de 2,4,5-T y 2,4-D que provenía de varias fuentes, pero el Agente Naranja de Monsanto tenía concentraciones de dioxina muchas veces superiores al producido por Dow Chemical, el otro gran productor del defoliante.

Esto convirtió a Monsanto en el principal acusado en la demanda interpuesta por veteranos de la guerra del Vietnam, que experimentaron un conjunto de síntomas de debilidad atribuibles a la exposición al Agente Naranja.

Cuando en 1984 se alcanzó un acuerdo de indemnización por valor de 180 millones de dólares entre siete compañías químicas y los abogados de los veteranos, la justicia ordenó a Monsanto pagar el 45,5 por ciento del total.

Por cierto, a los tribunales de Estados Unidos no se les ocurrió que la sociedad y el Estado de Vietnam tenían derecho a una mayor indemnización.

El venenoso Roundup Ready es el herbicida más vendido del mundo. Actualmente, los herbicidas de glifosato, tales como el Roundup, representan al menos una sexta parte de las ventas anuales totales de Monsanto, y la mitad de los ingresos por operaciones de la compañía, o quizá algo más, desde que la misma delegó sus actividades en torno a productos químicos industriales y tejidos sintéticos en una empresa aparte, llamada Solutia (en septiembre de 1997).

Monsanto promociona agresivamente el Roundup como un herbicida seguro y de uso general en cualquier lugar, desde céspedes y huertas hasta grandes bosques.

En 1997, Monsanto respondió a cinco años de quejas del fiscal general del estado de Nueva York relativas a que sus anuncios del Roundup eran engañosos, cambiando sus anuncios en el sentido de borrar las referencias a la “biodegradabilidad” y al carácter “ambientalmente positivo” del herbicida.

La serie de grandes multas y decisiones judiciales contra Monsanto en Estados Unidos incluyen responsabilidades en casos de muerte por leucemia, multas de 40 millones de dólares por el vertido de productos peligrosos al medio ambiente, y muchos otros episodios.

En 1995, Monsanto era la quinta empresa de Estados Unidos en el inventario de vertidos tóxicos de la EPA, con millones de kilogramos de productos químicos tóxicos descargados sobre la tierra, en el aire, en el agua y en el subsuelo.

Monsanto y la farmafia están estrechamente unidos. Los productos farmacéuticos de Monsanto tienen también un historial inquietante.

El producto estrella de la compañía farmacéutica Searle, subsidiaria de Monsanto, es el edulcorante artificial “aspartamo“, vendido bajo los nombres comerciales de Nutrasweet y Equal.

En 1981, cuatro años antes de que Monsanto comprase Searle, un comité consultivo de la FDA (Food and Drug Administration) compuesto por científicos independientes, confirmó informes que afirmaban que el aspartamo podría inducir tumores cerebrales.

La FDA retiró a Searle la licencia de venta del aspartamo, pero esta decisión fue anulada por un nuevo comisionado nombrado por el entonces presidente bilderberiano Ronald Reagan. En ese momento el actual Secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, era el presidente de la compañía. Casualidades.

Un estudio de 1996 publicado en la revista científica Journal of Neuropathology and Experimental Neurology ha suscitado de nuevo la preocupación, relacionando el aspartamo con un incremento súbito de cánceres cerebrales a poco de introducirse la substancia.

La Unidad de Investigación sobre Política Científica de la Universidad de Sussex, Inglaterra, cita una serie de informes de los años 80, que relacionan el aspartamo con un conjunto amplio de reacciones adversas en consumidores sensibles, incluyendo dolores de cabeza, visión borrosa, entumecimiento, pérdida de audición, espasmos musculares y ataques inducidos de tipo epiléptico, entre otras muchas dolencias.

Monsanto, las vacas y el Posilac es otra historia de la leche. Monsanto fue una de las cuatro empresas
 que querían introducir en el mercado una hormona sintética del crecimiento bovino, producida por la bacteria E. coli, manipulada genéticamente para producir la proteína bovina.

El esfuerzo de Monsanto, que duró 14 años, para lograr la aprobación de la FDA a la comercialización de la BGH recombinante, estuvo lleno de controversias, llegándose a denunciar un esfuerzo coordinado para suprimir información sobre los efectos perjudiciales de la hormona.

La hormona de Monsanto se aprobó por la FDA para su venta comercial a principios de 1994. El año siguiente, la Unión de Agricultores de Wisconsin, hizo público un estudio de las experiencias de los granjeros con la droga. Sus hallazgos excedieron los 21 problemas potenciales de salud que Monsanto fue obligada a incluir en la etiqueta de advertencia de su marca Posilac (nombre comercial de la rBGH).
Se obtuvieron muchos informes de muertes espontáneas entre vacas tratadas con rBGH, alta incidencia de infecciones de ubres, graves dificultades metabólicas y problemas en los partos y, en algunos casos, imposibilidad de apartar a las vacas tratadas de la substancia, a la que se habían habituado.

Muchos ganaderos experimentados que usaron la rBGH tuvieron que reemplazar de repente una buena parte de sus rebaños.

En lugar de responder a las causas de las quejas de los ganaderos sobre la rBGH, Monsanto emprendió la ofensiva, amenazando con demandas judiciales contra las pequeñas empresas lecheras que anunciaban sus productos como libres de la hormona artificial, y participando en una acción legal interpuesta por varias asociaciones industriales de comercio contra la primera (y única) ley de etiquetado obligatorio para la rBGH en Estados Unidos.

Todo ello mientras aumentaban las pruebas de los efectos perjudiciales de la rBGH en la salud de las vacas y de las personas.

Los esfuerzos para impedir el etiquetado de las exportaciones estadounidenses de soja y maíz manipulados genéticamente, parecen indicar que Monsanto sigue aplicando las tácticas ingeniadas por la compañía para sofocar las quejas contra la hormona de la leche.

Monsanto sigue ganando terreno con “Roundup Ready” y ha aumentado su producción en los últimos años. Habiendo expirado la patente de Roundup en Estados Unidos en el año 2000, y con una competencia de productos genéricos de glifosato surgiendo en todo el mundo, el “paquete” de herbicida Roundup y semillasRoundup Ready” se ha convertido en la piedra angular de la estrategia de Monsanto para seguir aumentando sus ventas de herbicida.

Los posibles efectos ambientales y sanitarios de los cultivos tolerantes al Roundup no han sido investigados completamente; por ejemplo, los efectos alergénicos, el caracter invasivo o de mala hierba de estos cultivos y la posibilidad de que la resistencia al herbicida se transfiera vía polen a otras semillas de soja o a otras plantas emparentadas.

Mientras que los problemas con la soja resistente a herbicidas son despreciados como algo muy genérico y especulativo, la experiencia de los algodoneros con las semillas manipuladas genéticamente por Monsanto constituye una historia muy diferente.

Desde 1996 Monsanto ha sacado dos variedades de algodón manipulado genéticamente; una es una variedad resistente al Roundup, y la otra, llamada “BT“, segrega una toxina bacteriana para controlar los daños producidos por plagas del algodón.

La toxina, derivada del Bacillus thuringiensis (B.t.), se ha utilizado por los agricultores ecológicos desde los primeros años 70 en forma de un aerosol natural bacteriano.

Pero a diferencia de las bacterias B.t., que viven relativamente poco, y segregan su toxina en una forma que sólo se activa en los sistemas digestivos de ciertos gusanos y orugas, los cultivos “BT” modificados genéticamente segregan una forma activa de la toxina a lo largo del ciclo vital de la planta.

Gran parte del maíz genéticamente manipulado del mercado es una variedad con capacidad de segregar esta toxina bacteriana, ideada para repeler al gusano de la raíz del maíz y a otras plagas comunes.
El primer problema de estos cultivos que segregan plaguicidas es que la presencia de la toxina en todo el ciclo vital de la planta favorece la aparición de cepas resistentes al B.t. entre los insectos.

La EPA ha determinado que una resistencia extendida al B.t. puede convertir en inefectivas las aplicaciones naturales de la bacteria B.t. en apenas tres o cinco años, y pide a los agricultores que planten hasta un 40 por ciento de sus cultivos con algodón no manipulado genéticamente, para que sirva de “refugio” a los insectos y evitar la aparición de resistencias al B.t.

En segundo lugar, la toxina segregada por estas plantas puede dañar a insectos beneficiosos, además de aquellas otras especies que los agricultores quieren eliminar.

Los efectos nocivos del algodón “BT” han resultado ser mucho más rápidos de lo esperado, tanto que Monsanto y sus socios han retirado del mercado más de 2 millones de kilos de semillas de algodón manipuladas genéticamente, y han acordado pagar a los cultivadores de Estados Unidos una indemnización de muchos millones de dólares.

A pesar de estos problemas, Monsanto sigue fomentando el uso de la ingeniería genética en la agricultura al tomar el control de muchas de las mayores y más establecidas empresas de semillas en los Estados Unidos, controlando el 85 por ciento del mercado estadounidense de semillas de algodón.

Monsanto tiene a favor, como no podría ser de otra manera, al poder mediático. Bajo la gestión de su presidente, el bilderberiano Robert Shapiro, Monsanto ha apartado todos los obstáculos para transformar su imagen de un suministrador de productos químicos peligrosos en una institución ilustrada y con visión de futuro, que lucha para alimentar al mundo.

Shapiro se describe a sí mismo como un visionario y un hombre renacentista, encargado de la misión de usar los recursos de la compañía para cambiar el mundo: “No es un problema de buenos y malos. No sirve para nada decir si los malos se fueran, entonces el mundo iría bien, es el sistema entero el que ha de cambiar, hay una gran oportunidad para reinventarlo”, dice el ejecutivo de Monsanto.

El sistema “reinventado” de Shapiro es tal que no sólo continúan existiendo las grandes empresas, sino que además éstas ejercen cada vez un mayor control sobre nuestras vidas.

Pero últimamente se nos dice que Monsanto se ha reformado, que se ha desprendido con éxito de sus divisiones de industria química y que se ha comprometido a reemplazar los productos químicos con “información”, en forma de semillas manipuladas genéticamente y otros productos de la biotecnología. Esto no deja de ser una ironía viniendo de una compañía cuyo producto más rentable es un herbicida.

Monsanto demuestra claramente que ha aprendido a utilizar la charlatanería adecuada. Así, Roundup no es un herbicida, sino “una forma de minimizar las labores del suelo y reducir la erosión”.

Los cultivos de ingeniería genética no son simplemente fuentes de beneficio para Monsanto, “sino que surgen para resolver el problema inexorable del crecimiento de la población”. Por último, se nos quiere hacer creer que la agresiva promoción de la biotecnología que lleva a cabo Monsanto no es fruto de la arrogancia empresarial, sino simplemente una “ley de la naturaleza”.

Pero el crecimiento de cualquier tecnología no es simplemente una “ley de la naturaleza”. Las tecnologías no son fuerzas sociales en sí mismas, ni simples herramientas neutrales que se pueden utilizar para alcanzar cualquier fin social, sino el producto de unas instituciones sociales y de unos intereses económicos particulares.

El almacén de semillas de Svalbard y Monsanto, unidas por casualidad. Cuando la Fundación Gates, la Fundación Rockefeller, Monsanto, Dupont y otras oscuras empresas bilderberianas se juntan para financiar un proyecto, sin duda es muy inquietante.

El proyecto Svalbard, Noruega, es una especie de Arca de Noé a 800 millas de distancia del Polo Norte en la que se mantienen 250 millones de semillas para preservar el material genético de las plantas en el caso de un posible evento cataclísmico, esto sin duda genera preocupación. ¿Qué sabe Bill Gates, David Rockefeller y la gente de Monsanto que nosotros no sabemos?

El proyecto, que ha recibido 30 millones de los Gates más algo de apoyo del gobierno de Noruega  además del financiamiento de estas otras empresas,  está siendo realizado pese a que ya existen bancos genéticos en China, Rusia, Alemania, Canadá y demás países. Uno supondría que estas semillas ya están bien protegidas.

F. William Engdahl, autor de “Seeds of Destruction: The Hidden Agenda of Genetic Manipulation” cree que al mismo tiempo que financían la bóveda de Svalbard, los bilderberianos Gates, Rockefeller y Monsanto han unido fuerzas para promover la expansión de los alimentos genéticamente modificados en África y en distintas partes del mundo.

En un artículo en la Red Voltaire, Engdahl apunta que la Fundación Rockefeller ha financiado la llamada “Revolución Verde”, cuyo supuesto fin era alimentar a los pobres del mundo y los alimentos genéticamente modificados desde su inicio.

Una de las posibilidades funestas es que se ejecute un plan de control de población, a través de alimentos genéticamente modificados, una forma de bioterrorismo, como el “Terminator” de Monsanto y se preserven los alimentos no modificados para la élite.

Engdahl dice sin tapujos: “El tiempo dirá si la Bóveda de Semillas de Svalbard del Fin del Mundo de Bill Gates y de la Fundación Rockefeller es parte de otra Solución Final, que involucra la extinción final del Gran Planeta Tierra”.

El irracional sistema de patentes de los transgénicos que tiene Monsanto es espeluznante. Las leyes de patentes que rigen el uso de cultivos y semillas modificados genéticamente (OGM) es una locura. Por un lado, los derechos sobre las semillas transgénicas no parecen terminar nunca.

Por el contrario, el resto de productos se rigen por la “doctrina del agotamiento”, lo que significa que los derechos del titular de la patente de un producto determinado se acaba cuando el producto se vende al usuario final.

Pero en el caso de las semillas transgénicas, de empresas como Monsanto, puede imponer su derecho de patente incluso en las semillas de la tercera o cuarta generación. Es una situación irracional de los llamados derechos de autor.

Se trata de un doble castigo para los agricultores, particularmente en los Estados Unidos. Los agricultores que no desean cultivar plantas transgénicas, optan por comprar semillas convencionales o eligen la agricultura ecológica, pues bien, son penalizados si sus cultivos se contaminan con los cultivos transgénicos.
En lugar de sancionar al que contamina con este tipos de cultivos, Monsanto ha desarrollado un irracional sistema de patentes de modo que quien sufre las consecuencias además se hace responsable y paga.

El caso Vernon Bowman versus Monsanto de septiembre de 2011 es un ejemplo muy elocuente.En este caso, la mayor compañía mundial de semillas transgénicas volvió a prevalecer. El agricultor de Indiana fue multado con 84.456 dólares por haber plantado semillas transgénicas que estaban mezcladas con las semillas convencionales que compró, indistinguibles a simple vista unas de otras.

La Corte de Apelaciones de Washington confirmó la sentencia en primera instancia, siendo favorable a Monsanto. Estas semillas transgénicas son empleadas en los cultivos de tecnología Roundup Ready, que no se distinguen de las otras. Los compradores deben firmar acuerdos de licencia que no se requieren normalmente con las semillas convencionales.

Y he aquí cómo se tuercen las cosas: Si bien el Tribunal consideró que esos acuerdos no pueden extenderse a la segunda generación de semillas, también dijo que los agricultores no pueden utilizar una tecnología patentada por Monsantoinfringiendo las restricciones sobre material genético, semillas y plantas”.
Los peligros de la soja transgénica de Monsanto son evidentes. En 2009, los sindicatos agrícolas del estado sureño de Rio Grande do Sul impugnaron la imposición de esos derechos, argumentando que era un impuesto injusto y que era prácticamente imposible mantener la soja Roundup Ready separada de las variedades convencionales de semillas.

La soja transgénica es muy contaminante y los agricultores estaban siendo castigados por algo que está más allá de su control. Sin embargo, el gigante de las semillas sostuvo que tenía el derecho a cobrar ese 2% de las ventas totales de soja del agricultor siempre y cuando se encontrasen semillas con alguno de los rasgos genéticos patentados.

Hay una interesante historia sobre la soja transgénica en Brasil. Las semillas transgénicas de soja fueron introducidas de contrabando desde la vecina Argentina en la década de 1990, ya que el uso de esta tecnología estaba prohibida y castigada hasta la última década.

Desde su legalización, Monsanto ha acusado a los agricultores brasileños y exigido el 2% de sus ventas de soja, una gran cantidad, ya que representa cerca del 85% de la cosecha de soja del país. Monsanto tiene mucho cuidado en analizar la soja que se vende como no transgénica, y si aparecen semillas Roundup Ready, cobra a los agricultores una tasa del 3% sobre sus ventas.

En abril, un juez de Rio Grande do Sul falló a favor de los agricultores y ordenó a Monsanto a devolver los derechos cobrados desde el año 2004, lo que supone un mínimo de 2 mil millones de dólares. Monsanto apeló y un tribunal federal ordenó que el fallo se aplicara a nivel nacional.

Es decir, que ahora Monsanto tendrá que devolver 7,5 mil millones de dólares. “La ley otorga a los agricultores el derecho a utilizar las semillas que compran y no se les puede obligar a pagar ( otra vez)”, argumentó el abogado de los agricultores.

La decisión sobre este proceso puede durar años y mientras tanto Monsanto puede seguir cobrando los derechos. Sin embargo, los agricultores brasileños esperan que al final les den la razón. Si es así, podrían desencadenarse otra serie de demandas legales en otros lugares.

En la India, Monsanto también cobra derechos sobre sus semillas, estimándose que ha cobrado una cantidad de 20000 millones de rupias desde el momento en el que el algodón transgénico hizo su debut.
Se cobra una cantidad por adelantado de varios miles de rupias a cada uno de los titulares de licencias de la India y recaba derechos por cada paquete de semillas Bollgard Bt, lo que supone aproximadamente los dos tercios del coste de cada paquete. Esperemos a ver cómo se desarrollan las cosas en Brasil.

Monsanto también quiere patentar los cerdos. La firma bilderberiana estadounidense de biotecnología, Monsanto, ha solicitado una patente para la cría de cerdos en 160 países.

La patente es para partes específicas del material genético de los cerdos, que los investigadores de genética de Monsanto han decodificado. Si esta patente es concedida, la cría de cerdos sólo sería posible con la aprobación de la empresa.

Los agricultores y ganaderos deberían estar alarmados porque, naturalmente, estos genes han existido por mucho tiempo en la gran mayoría de sus cerdos.

Estos ganaderos deben usar pruebas de ADN para probar que no hay nueva invención en las solicitudes de patente, porque, la concesión de esta patente sería permitir que una parte de la naturaleza a caer en manos de una sola empresa.

La influencia de Monsanto en las oficinas de patentes es enorme. Si la patente se aprueba, los criadores de cerdos tendrán que pagar a Monsanto por cada cerdo en el mundo que posea los marcadores genéticos que Monsanto haya patentado. Este ha sido el caso de ciertos alimentos como el maíz genéticamente modificado.

Muchos agricultores en los EE.UU. se han convertido en esclavos dependientes de la empresa por cultivar semillas de maíz con algún gen modificado por esta empresa. No es simplemente una cuestión de dinero, sino también de riesgo para los consumidores.

En Estados Unidos, como en Europa, los casos de infertilidad en los animales alimentados con maíz modificado genéticamente se están convirtiendo en algo común. Nadie sabe a ciencia cierta cuáles son los efectos que estos productos están teniendo en los seres humanos, aparte de los ya conocidos.

Bill Gates, Monsanto y la eugenesia. Gates está promoviendo activamente una toma de control corporativo de la agricultura mundial.

Después de haber sido expuesto que la Fundación Bill & Melinda Gates, ideado por el filantrópico bilderberiano fundador de Microsoft Bill Gates, comprara 500.000 acciones de Monsanto en el 2010 por valor de más de $23 millones, está suficientemente claro que esta llamada caridad benevolente está haciendo algo que no es la erradicación de la enfermedad y la alimentación de los pobres del mundo.

Resulta que el legado de la familia Gates ha sido el de tratar de dominar y controlar los sistemas del mundo, incluyendo las áreas de tecnología, la medicina y ahora la agricultura.
 
La Fundación Gates, familiarmente exenta de impuestos, se encuentra actualmente en el proceso de gastar miles de millones de dólares en nombre del humanitarismo para establecer un monopolio mundial de alimentos dominado por los genéticamente modificados (GM) y las semillas.

Y en base a la historia de la participación de la familia Gates en los asuntos mundiales, parece que uno de sus principales objetivos, además de establecer un control corporativo de la oferta mundial de alimentos es reducir la población mundial, por una cantidad significativa en el proceso.

El padre del Gates, William H. Gates Sr. era el jefe del grupo eugenésico Planned Parenthood una renombrada organización que nació de la Sociedad Americana de Eugenesia. En una entrevista en 2003 con Bill PBS Moyers, Bill Gates, admitió que su padre era el jefe de Planned Parenthood, que fue fundada con el concepto de que la mayoría de los seres humanos son sólo criadores “imprudentes” y “malas hierbas humanas” en necesidad de sacrificio.

Gates también admitió durante la entrevista que la participación de su familia en temas reproductivos a lo largo de los años ha sido extensa, haciendo referencia a su propia adhesión antes de que las creencias de la eugenesia de Thomas Robert Malthus, quien creía que las poblaciones del mundo necesitan ser controladas a través de restricciones de reproducción.

Aunque Gates afirma ahora que tiene una visión diferente, parece como si las iniciativas de su fundación fuera sólo un método modificado del de Malthus pero mucho más discreto para reducir la población a través de las vacunas y los organismos genéticamente modificados.

Gates ha invertido mucho en la conversión de los sistemas agrícolas de Asia y África a OGM. La asociación de William Gates Sr. con Planned Parenthood y la continua influencia en el ámbito de “población y salud reproductiva” es importante porque Gates padre es copresidente de la Fundación Bill & Melinda Gates.
Este largo periodo eugenésico “guías de la visión y la dirección estratégica” de la Fundación Gates, actualmente está muy centrado en forzar los OGM en África a través de su financiación de la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA).

La Fundación Gates ha dado por lo menos $264,5 millones en compromisos de subvenciones a Agra, y también habría contratado al Dr. Robert Horsch, un ex-ejecutivo de Monsanto durante 25 años que desarrolló Roundup, para dirigir el AGRA en el 2006.

De acuerdo con un informe publicado en La Vía Campesina en el 2010, el 70 por ciento de los beneficiarios de AGRA en Kenia trabajan directamente con Monsanto, y casi el 80 por ciento de la financiación de la Fundación Gates se dedica a la biotecnología.

El mismo informe explica que la Fundación Gates prometió $880 millones en abril de 2010 para crear el Programa Mundial de Agricultura y Seguridad Alimentaria (GAFSP), que es un fuerte promotor de los OMG. GAFSP, por supuesto, fue responsable de proveer $35 millones en “ayudas” en los terremotos de la destrozada Haití y que será utilizado para la aplicación de los sistemas agrícolas modificados genéticamente y tecnologías.

En 2003, la Fundación Gates invirtió $25 millones en “GM (genéticamente modificados) de investigación para desarrollar semillas enriquecidas con vitaminas y proteínas para los pobres del mundo”, un movimiento al que muchas organizaciones benéficas internacionales y grupos de agricultores se opusieron con vehemencia.

Y en 2008, la Fundación Gates otorgó $26,8 millones a la Universidad de Cornell para la investigación de trigo transgénico, que es el próximo principal cultivo en la mira de canalización de cultivos de alimentos transgénicos de Monsanto.

Si controlas la agricultura, controlarás las poblaciones del mundo. Los lazos de la Fundación Gates con Monsanto y la agricultura empresarial en general, dicen mucho acerca de su agenda real del Nuevo Orden Mundial, que consiste en crear un sistema monopólico de control del mundo en todos los ámbitos de la vida humana.

Las vacunas, productos farmacéuticos, los organismos genéticamente modificados, control de reproducción, la manipulación del clima, el falso calentamiento global, estos y otros muchos puntos de entrada son los medios por los que la Fundación Gates está haciendo grandes esfuerzos para controlar el mundo fingiendo ayudar a mejorarlo y preservarlo.

Gates y compañía han abrazado la promoción de paradigmas corporativamente poseídos y controlados de agricultura y medicina que sólo contribuyen a esclavizar y matar a los más pobres del mundo. Es muy evidente que los transgénicos han arrebatado a los grupos de personas que ya empobrecidas por la destrucción de sus sistemas agrícolas nativos, como se ha visto en la India.

Algunos pueden decir que los esfuerzos de Gates son sobre todo por el dinero, mientras que otros pueden decir que es acerca del poder y el control. Tal vez sea una combinación de ambos, donde Gates se encuentra todavía en el negocio de promover sus propias inversiones comerciales, que incluyen la compra de acciones de Monsanto, mientras que al mismo tiempo invierte en programas para promocionar a Monsanto.

Cualquiera que sea el caso, simplemente no hay duda de que Gates tiene ahora un interés directo en ver el éxito de Monsanto en la difusión de los OGM en todo el mundo. Y desde que Gates abiértamente facilita el crecimiento de Monsanto en nuevos mercados a través de sus “esfuerzos humanitarios”, resulta evidente que la familia Gates “está en la cama” con Monsanto.

“Aunque Bill Gates podría tratar de decir que la Fundación no está ligada a su negocio, lo único que demuestra es lo contrario: la mayor parte de sus donaciones terminan favoreciendo las inversiones comerciales del magnate, en realidad no “dona” nada, en lugar de pagar los impuestos a las arcas del Estado, invierte sus ganancias en donde le es favorable económicamente, incluida la propaganda de sus supuestas buenas intenciones”, escribió Silvia Ribeiro en la fuente de noticias mexicana La Jornada en 2010.

“Por el contrario, con sus ‘donaciones’ financia proyectos tan destructivos como la geoingeniería (Chemtrails) o la sustitución de medicina natural por medicamentos patentados de alta tecnología en las zonas más pobres del mundo.

Gates también se dedica a intentar destruir la agricultura rural en todo el mundo, principalmente a través de la “Alianza por una revolución verde en África” (AGRA).

Funciona como un caballo de Troya para privar a los pobres agricultores africanos de sus semillas tradicionales, reemplazándolas con las semillas de sus principales compañías,y finalmente por organismos genéticamente modificado (GM).”

Monsanto en España tiene una importante misión. Nos venden que los cultivos transgénicos no son peligrosos, pero son un gran experimento biológico. Cuando introducimos genes de medusa, insectos o bacterias en una semilla, estamos creando seres que nunca hubiera alumbrado la naturaleza.

En el año 2005 el maíz bt176 fue prohibido por la Unión Europea, pero para entonces España ya se había convertido en el país con mayor cantidad de hectáreas cultivadas con maíz transgénico de Europa, y uno de los 14 países del mundo con más de 60.000 hectáreas dedicadas a estos cultivos, según el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA).

En el mismo año 2005 sucedió algo muy extraño en la Comunidad Europea, después de que en el mes de Febrero se prohibiese el maíz tipo bt176, en Agosto se aprobó la importación de maíz tipo MON863 para fabricación de piensos para alimentación animal, y aún más extraño fue la manera en que se aprobó.
De los 25 países que componían la Unión Europea, solo 7 votaron a favor (Alemania, Estonia, Francia, Holanda, Finlandia, Reino Unido y Suecia), 4 se abstuvieron (España, Bélgica, República Checa e Irlanda) y 14 se opusieron (Polonia, Portugal, Dinamarca, Grecia, Italia, Chipre, Austria, Malta, Luxemburgo, Hungría, Lituania, Letonia, Eslovenia y Eslovaquia).

Debido a que los resultados de las votaciones se alcanzan por mayoría cualificada (cada país tiene asignado un número de votos). En este caso fueron 108 votos a favor y 182 en contra; el mismo sistema empleado requiere 232 votos de al menos 13 Estados para alcanzar una decisión. En el caso de no llegarse a ese número de votos, la CE tiene potestad para tomar la decisión, e incomprensiblemente decidió aprobarlo.
De esta manera tan propia del estilo Monsanto, es como empezó a meter su maíz en Europa. Un año mas tarde Monsanto consiguió que varios países de Europa, entre ellos España, designasen campos de cultivo para experimentar con cultivos de maíz Roundup Ready NK603 de Monsanto. En España se designaron los siguientes campos para ensayo.

- Castilla -León: dos localidades en Zamora (Fuentes de Ropel y Coreses), una en León (Toral de Guzmanes) y una en Salamanca (La Vellés).

- Aragón: dos localidades en Huesca (Almudévar y Grañén) y dos en Zaragoza (Torres de Berrellén y Tauste).

- Castilla La Mancha: una localidad en Toledo (Malpica de Tajo).
- Navarra: dos localidades (Ribaforada y Buñuel).
- Madrid: una localidad (Aranjuez).

Las semillas transgénicas adquieren características nuevas para resistir a determinadas plagas o agroquímicos. Algunas, podrán crecer casi sin agua y otras, nos ayudarán a combatir supuestas enfermedades inexistentes. El problema es que esas semillas no son de todos, ya no están en manos de los agricultores. Ahora están patentadas y pertenecen a las multinacionales. El MON 810, es el transgénico que se cultiva en España.

Durante años sólo ha habido un cultivo modificado genéticamente autorizado en Europa. Es un maíz insecticida: el MON 810, una patente de la multinacional bilderberiana Monsanto. España es el único país de la Unión Europea que lo cultiva a gran escala. Este maíz tiene incorporados genes de una bacteria del suelo que para que genere una toxina que mata a los gusanos de la plaga del taladro.

Para el vendido y corrupto gobierno español de los sobres, un grupo muy importante de esbirros científicos bilderberianos, y las multinacionales eugenésicas mafiosas biotecnológicas, los transgénicos son seguros.
Todos sus ridículos estudios garantizan falsamente que no perjudican a la salud ni al medio ambiente.
Monsanto no aclara nada y su papanatas Director de Biotecnología para España y Portugal de Monsanto, Carlos Vicente, hace el ridículo espantoso a lo Simulaciones Cospedal SA, eso si, en diferido, en esta imprescindible entrevista de la SER: http://www.cadenaser.com/actualidad/audios/seguros-transgenicos/csrcsrpor/20090306csrcsr_14/Aes/

Los grupos ecologistas, sin embargo, han pedido que se retire el MON 810 de nuestros campos. Porque, según sus informes, también científicos, puede afectar a la biodiversidad y, a largo plazo, a la salud. Piden que en España se aplique el principio de precaución siguiendo el ejemplo de Francia, Alemania o Italia.
Si no somos agricultores o no ganamos dinero con la patente, lo lógico es que no queramos transgénicos ni en nuestros campos ni en nuestro plato, por si acaso.

El caso es que es lo que estás comiendo en miles de productos y quizás tengas algún campo de cultivo cerca y te estén fumigando cada día. Y para los que ven cirros y no se dan cuenta que respiran aluminio y más porquerías de las chemtrails que fumiga Monsanto en sus narices, dejo este video: “¿Por qué están fumigando al mundo?” http://www.youtube.com/watch?v=g-SwPkSkRHE

Al final de este post, dejo varios videos más y links que desmontan a esta corporación genocida bilderberiana.
 
Monsanto y los mercenarios de Blackwater, también tienen cosas en común. En un reporte de Jeremy Scahill publicado en The Nation (Blackwater’s Black Ops, 15/9/2010) reveló que el ejército mercenario más grande del mundo, Blackwater (ahora llamado Xe Services) le vendió servicios clandestinos de espionaje a la trasnacional Monsanto.

Muchos militares y ex oficiales de la CIA trabajan para Blackwater o alguna de las empresas vinculadas que creó para desviar la atención de su mala fama y generar más lucros vendiendo sus nefastos servicios, que van desde información y espionaje hasta infiltración, cabildeo político y entrenamiento paramilitar, a otros gobiernos, bancos y empresas trasnacionales.

Según Scahill los negocios con las trasnacionales como Monsanto, Chevron, y gigantes financieros como Barclays y Deutsche Bank , todos bilderberianos, se canalizan a través de dos empresas que son propiedad de Erik Prince, dueño de Blackwater: Total Intelligence Solutions y Terrorism Research Center. Éstas comparten oficiales y directivos de Blackwater.

Los beneficios de Monsanto en 2009 fueron 2.000.000.000$, cifra que se redujo en 2010 a 1.000.000.000$, después de que demandaran a Monsanto agricultores, activistas y diversas organizaciones por contaminación de cultivos y tierras o por los productos alimenticios, como la inclusión de uranio en productos para mujeres embarazadas.

Después de dicho esto, como siempre, tú decides lo que comes y das de comer a los tuyos. Mientras los corruptos medios de defecación masiva te marean absurdamente con que si el Pistorius mató a la novia con un bate o a tiros, o con las trazas de carne de caballo, Monsanto te envenena por todos lados y la2 hace hasta un programa a favor, para que comas más.

Ya sabes que una china vacunicida junto a un traficante de armas y un ghanés que rocía DDT en África están a la cabeza de la OMS, que un jesuita maltés antiabortista y homófobo es el Comisario Europeo de la Salud. Son los que “cuidan” de nosotros. Aún así no me creas. Investiga todo lo que has leído, vas a encontrar mucha información ahora que internet aún es libre, y esto es sólo una pieza más de la enrevesada matrix en la que vives. Y recuerda, la sinergia ha comenzado, debemos unirnos pués somos uno. Syneidesis para todos.

Un abrazo y mucha fuerza.

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