21 junio 2016

Disruptores endocrinos: la historia secreta de un escándalo

Disruptores endocrinos
La próxima semana, según diversas fuentes, la Comisión Europea se va a ocupar de las directrices relacionadas con los disruptores endocrinos. Lástima que todo este asunto se vea envuelto en la más oscura de las negociaciones, digna de secretos de Estados.

Es uno de los secretos mejor guardados de Europa. Está encerrado en el laberinto de pasillos de la Comisión Europea, en un ambiente protegido al que sólo tienen acceso 40 burócratas acreditados. Y sólo con lápiz y papel. No se les permite el uso de teléfonos móviles. 

Se trata de uno de los protocolos de seguridad más estrictos, mayor incluso que el de las negociaciones de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP) entre la Unión Europea y Estados Unidos: si los miembros del Parlamento Europeo quieren acceder a la documentación del TTIP sólo pueden hacerlo en la sala de lectura, comprobando con anterioridad el contenido de su bolsillos. 

Es un Informe secreto de 250 páginas. Su título, en la jerga de la Comisión, es el de "Evaluación del Impacto". 

Se evalúa el impacto socieconómico de los reglamentos relacionados con un grupo de contaminantes químicos, conocidos como disruptores endocrinos. Estos productos químicos son capaces de interferir en el sistema hormonal de las especies animales, incluyendo los seres humanos, y se cree que es la causa de muchas enfermedades graves: cáncer, infertilidad, obesidad, diabetes, trastornos neurológicos.

Se encuentran en multitud de artículos de consumo, cosméticos, pesticidas y plásticos, tales como el bisfenol A (o BPA). Los sectores industriales se verán afectados por la regulación de estos productos químicos a medio plazo. Miles de millones de euros están en juego.

Una trama digna de una serie de televisión

La perspectiva de que haya restricciones, incluso tal vez prohibiciones, plantea serias preocupaciones entre los fabricantes. La Industria de los plaguicidas nunca ha ocultado su hostilidad a la aprobación de una normativa europea sobre los plaguicidas, con una serie de idas y venidas más propia de una serie de televisión. 

El Parlamento se comprometió en el año 2009 a aprobar un texto en el que se diese tratamiento especial a los plaguicidas: los reconocidos como disruptores endocrinos no se permitirían en el mercado. Pero es algo que todavía no han llevado a buen término. 

En concreto, el trabajo consistía en establecer unos criterios para identificar a estas sustancias. Sin estos criterios, la ley no puede ser aprobada. La Comisión tenía la obligación de que se pudiera discernir entre los disruptores endocrinos de otros productos químicos, es decir, los criterios para identificar estas sustancias. 

Las autoridades nacionales de salud, la Industria y ONG están a la espera de una decisión sobre esos criterios de identificación, un instrumento que permita la regulación: restricciones en el uso de estas sustancias, o incluso la prohibición de determinados disruptores endocrinos. 

De eso hace 7 años y todavía no se han redactado esos criterios.

Esta Evaluación de Impacto, con sus conclusiones tan extremadamente confidenciales (algo tan secreto como la ubicación de la Fuente de la Eterna Juventud) , es la responsable de este retraso. No formaba inicialmente parte del plan, pero la Industria la solicitó con objeto de debilitar las directrices de regulación. 

Tuvieron éxito en el verano de 2013, después de las grandes presiones ejercidas por la Industria de los Plaguicidas y de los Productos Químicos, que trabajan en tándem. La actividades fueron coordinadas principalmente a través de sus organizaciones de presión con sede en Bruselas: European Crop Protection Association y European Chemical Industry Council.

Unos archivos hipersensibles

Las grandes empresas de producción de agroquímicos, los dos pesos pesados alemanes, BASF y Bayer, y la multinacional suiza Syngenta, están presentes en este campo de batalla. 

La Secretaria General de la Comisión, Catherine Day, finalmente ha cedido a la petición de una Evaluación de Impacto en base a los opiniones divergentes dentro de la Comunidad Científica y los "potenciales impactos en los sectores de la Industria Química y del Comercio Internacional", en referencia directa al TTIP, que está en fase de negociación. 

En un Informe del 2 de julio de 2013, el entonces máximo responsable de la Unión Europea describía los criterios de regulación de los disruptores endocrinos como un "tema delicado". 

Un tema delicado era, y en un tema delicado se quedó. 

El Parlamento Europeo dio una fecha límite para que la Comisión redactase los criterios: diciembre de 2013. Al ver que no se aprobaban, Suecia llevó a la Comisión ante los Tribunales. Este movimiento fue apoyado por Francia, Dinamarca, Finlandia y los Países Bajos, y también por el Parlamento Europeo y el Consejo, una configuración un tanto extraña dentro de Europa. 

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea no se retrasó en su respuesta. 

Antes de Navidad de 2015, dictaminó que la Comisión, que es guardiana de los tratados, había violado "las leyes de la Unión Europea". La sentencia decía que no veía esa "supuesta necesidad de evaluación de impacto de los criterios científicos" que la Comisión Europea había colocado en el centro de su defensa. 

Pero ese mismo día, el portavoz de Lituania Vitenis Andriukaitis , Comisario Europeo de Salud, anunció sin rodeos que ese estudio de impacto se iba a realizar. 

Es decir, que si ya de por sí el tema era hipersensible, se convirtió en inflamable. 

¿Cuál es el coste de la enfermedad?

Los Parlamentarios europeos están indignados. Algunos de ellos han enviado cartas al Presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. Pero no tuvieron ningún efecto. 

El pasado 13 de enero de 2016, el Presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, escribió a Juncker: el retraso de la Comisión es inaceptable. Se continúa con la Evaluación de Impacto, agregó Schulz, "haciendo caso omiso de la sentencia" del más alto Tribunal de la UE, y solicitó a la Comisión que se "cumpliese sin demora". Este mensaje fue repetido en una segunda carta fechada el 10 de marzo. 

Algunos estudios elevan los costes en la salud por la exposición a los disruptores endocrinos entre 157.000 millones y 288.000 millones de euros

Suecia, por su parte, sigue haciendo presión. En un documento de fecha de 13 de mayo, al que Le Monde ha tenido acceso, Suecia recordaba a la Comisión que el Tribunal "prohíbe el uso de consideraciones económicas para definir los criterios". 

Entonces. ¿cuál es la naturaleza de las consideraciones económicas contenidas en las 250 páginas del Estudio de Impacto custodiado bajo siete llaves? 

Además del impacto en la Industria, se tendrá en cuenta el coste de las enfermedades relacionadas con la exposición a los disruptores endocrinos en Europa, que ha sido estimado por estudios independientes de entre 157.000 millones y 288.000 millones de euros al año. 


Fuente: es.sott.net


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